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Quizá te has fijado, es difícil no darse cuenta: nuestras ciudades viven un boom de la bicicleta. Vuelas entre el tráfico motorizado. Sientes el sol (o la nieve) en la cara mientras una brisa primaveral (o el frío invernal) te arranca una sonrisa. Es bueno para el medio ambiente. Te ahorras el gimnasio y aparcar es gratis. Es indiscutible: casi todo son ventajas.

¿Hablamos de una moda pasajera? Según sus defensores, no: la bicicleta ha llegado para quedarse. Más allá de las sensaciones personales asociadas al uso de la bici -¡ay, esos recuerdos de la niñez, esas rodillas arañadas, esos codos hechos polvo!- la realidad es que en distancias cortas y semi-cortas la bici siempre gana.

¿Por qué?, ¡por mil razones!. Es rápida y puede usarse en distintas vías tomando las debidas precauciones. Es económica: una primavera de uso diario para ir al trabajo o a la universidad compensa la inversión inicial. Es sencilla: cualquier persona puede arreglar las averías más básicas sin ser un mecánico profesional -¡intenta eso con un coche!-. Es saludable para ti y positiva para el sistema público de salud: un corazón fuerte y unas piernas de hierro siempre son una ventaja. Es buena para tu ciudad y tu entorno: ocupa poco espacio y no contamina.
Y además es divertido.
¿Desventajas? La falta de planificación urbanística, el peligro de circular por algunas zonas y los posibles conflictos entre conductores, ciclistas y peatones. Y sí, para todo existe solución.
Tú eliges tu camino.
La proliferación de sistemas semipúblicos de alquiler de bicis -como Veturilo en Varsovia, siguiendo la estela de ciudades como Dublín, Barcelona o Sevilla- está ayudando a normalizar la presencia de la bicicleta en la ciudad. Sin embargo, estos servicios van a remolque de la realidad: la bici se impone por su versatilidad.
El retorno de la bicicleta ha puesto sobre la mesa el debate sobre qué modelo de ciudad priorizamos: una ciudad para el transporte privado o una ciudad donde prime el transporte colectivo y las alternativas de movilidad sostenible.
Y tú, ¿qué prefieres?
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