El domingo tuvo lugar la entrega de los premios del cine español, que reciben el nombre del genial pintor aragonés Goya.
Como ya os contamos en el anterior artículo sobre los premios, entre las favoritas había dos películas en blanco y negro. Y en especial una, «Blancanieves» de Pablo Berger, que además de llevar los colores blanco y negro, la voz de sus actores no llega a los oídos de los espectadores, es una película muda. En total fueron 10 los Goya que la película consiguió, entre ellos el de Mejor Película y Mejor Actriz, para ser la más premiada de esta edición aunque su director no pudo obtener el Premio al Mejor Dirección, que fue para J.A. Bayona por «Lo imposible».
Pero volvamos a la historia de Blancanieves. La adaptación cinematográfica del cuento de los hermanos Grimm la hemos podido ver en distintas versiones, pero quizá nunca como ahora. La joven Blancanieves (que ahora se llama Carmen) vive en la España de 1920 y, para ser más concreto, en la ciudad española de Sevilla. Sol y toros son el contexto y la excusa para contar una historia con final abierto, final que sorprenderá al espectador.
En un momento de la historia del cine donde la tecnología 3D está llenando poco a poco los cines, «Blancanieves» resulta ser una vuelta al pasado, a ese pasado donde el actor tenía que actuar con más intensidad porque no podía utilizar las palabras.
La película de Berger, un proyecto con siete años de antigüedad, es una invitación para que el espectador ponga su propia voz a la historia con la ayuda de la música. Flamenco y música muy expresiva nos acompañan desde el principio de la película hasta su final, señalando momentos de intensidad, tensión, felicidad… Otras características del film son su estética, el cuidado de cada detalle en cada imagen y una muy buena fotografía, porque ya se sabe que una imagen vale más que mil palabras.
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En resumen, una película para ver y disfrutar. Y por qué no, empezar a conocer más cine en español.