Si hace algo más de una semana hablábamos de cómo pasar el tiempo mientras esperábamos a los amigos gracias al móvil ¿Y tú, qué hacías?, hoy os presentamos cómo era el mundo (o algo parecido) de los viajes antes de internet.
A los menores de 30 años les parecerá que estas cosas pasaban cuando los dinosaurios dominaban la Tierra. ¡Pero, no! Esto ocurría anteayer.
Así se viajaba antes de que el mundo se volviera digital (y extremadamente rápido):
1. Mandar postales
Con su sello y todo. ¡Que tierno y bonito¡ Lo peor de las postales era si tenías la letra grande no te cabía más que el saludo y la despedida. En el fondo daba igual: llegaban siempre a destino un mes después de que tu hubieras regresado del viaje.
¿Qué hacemos ahora?: mandar mensajes gratis por Whatsapp (WhatsApp-eando, aquí tenéis un artículo sobre los problemas de esta app).
2. Buscar cabinas y locutorios para llamar a casa
Si estabas muy enamorado de tu novia, te pasabas tanto tiempo dentro que te confundían con José Luis López Vázquez en La cabina.
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¿Qué hacemos ahora?: hablar gratis por Skype
3. Leer libros en las salas de espera de los aeropuertos
Sí, de verdad. Antes existía una cosa de papel llena de letras que te entretenía un montón durante las horas de espera.
¿Qué hacemos ahora?: buscar wi-fi gratis deseperadamente y pulsar compulsivamente el botón de actualizar Facebook y Whatsapp para ver si hay nuevos mensajes.
4. Disparar fotos con cuentagotas; es decir, muy de tiempo en tiempo
A mil pesetas (6 euros) el carrete y otras mil pelas (otros 6 eurazos) el revelado…. cualquiera iba haciéndole fotos a las gilipolleces (tonterias vulgarmente hablando) que fotografiamos ahora.
¿Qué hacemos ahora?: disparar fotos al sin pensar y sin sentido, porque son gratis. Y si salen mal no importa: le pones un filtro y es una obra de arte en Instagram.
5. Torturar a las amistades con interminables sesiones de diapositivas post-viaje
Las fotos se revelaban a la vuelta y cuando pillabas a la familia o a los amigos les soltabas unas sesiones de 500 diapositivas de una sola vez que hacían de Lo que el viento se llevo un breve videoclip musical.
¿Qué hacemos ahora?: le damos el mismo tostón, coñazo (manera coloquial de decir «molestar») a las amistades, pero compartiéndolas al momento en Flickr, Twitter, Pintarest, Facebook…
6. Cuidar como oro en paño (cuidar con mucha atención) tu billete físico de avión
¡Quien se acuerda ya de aquellos engorrosos y frágiles boletos llenos de hojas y papales de calco con el trayecto aéreo! Tenían además una increíble tendencia a perderse. Y si lo perdías…¡te metías en un lío monumental para conseguir que te hicieran un nuevo billete! ¡Qué angustia de viajes, guardando aquel boleto como si fuera oro en paño!
¿Qué hacemos ahora?: llevamos la tarjeta de embarque en un código QR del smartphone
7. Ir a una agencia a reservar los billetes de avión y los hoteles
Los hoteles te los enseñaba un señor o señora en la agencia en un folleto impreso, tú te creías lo que te decía (ella/él jamás habían dormido en ese hotel) y te ibas tan contento sin saber que acababas de reserva en la casa de German Monster. Para confirmarte una plaza en el avión podías pasar tres o cuatro días. ¡Aquello estimulaba mucho la virtud de la paciencia!
¿Qué hacemos ahora?: lo compramos todo al instante desde nuestro smartphone o en una agencia on-line
8. Preguntar a un señor con boina (gorra típica española) en la fuente del pueblo por dónde se iba a tal sitio
¡Ah! Que grandes momentos viajeros aquellos en que, todavía sin de Google Maps, nos deteníamos a hablar con los aborígenes, quienes con su gracejo (manera especial de hablar) particular nos explicaban cómo llegar a la fonda El Peine o a la majada del Chicuelo. Con suerte, comenzabas la conversación y acababas comiendo chorizo y vino de bota en su casa. ¡Cuántas buenas relaciones con los aborígenes hemos perdido por culpa de Google Maps!
¿Qué hacemos ahora?: ponemos la dirección en el GPS y no sabemos ni por donde circulamos.
9. Comprar mapas y guías de viaje
Aviso para nacidos después de 1990: un mapa era una cosa como Google Maps pero que se doblaba. Una guía de papel era como la suma de varias docenas de blogs y webs, pero impresos, ordenados y encuadernados.
¿Qué hacemos ahora?: llevamos mil aplicaciones en el smartphone con todo tipo de guías y páginas de información.
10. Pegabas tus fotos de recuerdo en un álbum
Y una vez pegadas las fotos en el álbum, nunca volvías a abrirlo para verlas.
¿Qué hacemos ahora?: las almacenas en tu Iphone para enseñarlas en cualquier reunión y con la excusa más nimia (pequeña), sin importante si a los otros les importa un bledo (si realmente les importa) tu foto.
11. Preguntar al primero que encontrábamos por la calle dónde había un buen restaurante en la ciudad
¡Y lo curioso es que hasta nos fiábamos de su información sin exigirle un mínimo de 500 opiniones positivas de los usuarios y al menos mil “Me gusta”!
¿Qué hacemos ahora?: lo miramos en Tripadvisor
12. Disfrutar de un atardecer o un paisaje en silencio y sin estrés
¡Y además, el momento se saboreaba mucho más!
¿Qué hacemos ahora?: tuitearlo, guasapearlo o feisbukearlo en el momento y acto seguido responder a todos los que nos contestan. Cuando te vienes a dar cuenta, se ha acabado el atardecer y tú no has visto nada.
Pero en fin… nuevos tiempos, nuevas formas.
¡Bendito sea internet!
Artículo y fotos de http://blogs.elpais.com/paco-nadal/