
La semana pasada comenzamos una lista de nuevos escritores con la que este verano ocupar el tiempo libre. Hoy damos a conocer al segundo de los escritores de esta lista, se llama Manuel Navarro Seva (Boris Rudeiko).
Este ingeniero de Telecomunicaciones y escritor nació en en Callosa de Segura, Alicante, España, en 1947.
Ha publicado cuentos en los foros literarios Ventanianos, Bibliotecas Virtuales y Prosófagos; en las revistas Panace@ y Prosofagia, y en su propio blog. Es coautor de los libros de cuentos Atmósferas, Necroslogía, una Antología de la muerte y Del Miedo y otras islas; autor de Cosas que nunca confesé a nadie, Sobre la sangre derramada y Otras cosas que no te conté, publicados en Amazon. Terminó su primera novela Nevsky prospekt. Diario de un expatriado, que se publicará en breve en Amazon. Es cofundador y miembro del equipo de redacción de la revista literaria Prosofagia.
Este es el rico currículum de nuestro autor de hoy. Y a continuación os dejamos con más información sobre Manuel Navarro y un pequeño relato llamado Daniela, perteneciente al libro Cosas que nunca confesé a nadie.
http://manuelnavarroseva.blogspot.com/
Punto de venta:
Amazon – viewBook.at/B009RKD5FG
Daniela
Cuando llega Daniela ya estoy despierto. La oigo dejar las llaves en el plato de la cómoda, caminar hasta el baño, encender la luz. Tiene la piel oscura y los pechos grandes. Luego de cambiarse, abre la puerta de mi habitación, pregunta si he dormido bien, levanta la persiana con energía, enciende la radio y dice:
—¡Hace un día estupendo!
Lo dice siempre, aunque llueva o haga viento. Me besa, me desnuda y me lleva en brazos al cuarto de baño. Menos mal que peso poco. Me coloca con suavidad en la tina. Al principio sentía vergüenza de que me viera desnudo. Ahora no. Ahora deseo que vea mi cuerpo, incluso cuando se me pone dura, que es casi siempre, sobre todo, cuando pasa la esponja por ahí abajo. No puedo evitarlo. Me encanta que pase la esponja por todo mi cuerpo, pero cuando enjabona mis partes, me vuelvo loco. Sé que ella sabe que disfruto con eso. A veces lo hace mirándome a los ojos, como preguntando:
—¿Te gusta así, cariño?
Cuando termina, me seca con una toalla grande y pone desodorante en mis axilas. Me gusta sentir mi cuerpo limpio y oler bien. Después me viste, me coloca en la silla y ata mis pies con las correas de cuero. Las manos no me las ata. Las manos las puedo llevar sueltas, pero hago con ellas movimientos extraños, sin querer. Después de darme el desayuno y las medicinas, me lleva a la parada de la ruta. Cuando llega el autobús, Daniela me da un beso de despedida. A las nueve y media estoy en el Centro. Paso el día pensando en ella, pero soy incapaz de decirle que la quiero, que desearía acostarme con ella. Podría marcharse y no volvería a verla nunca
CaroManolo,
ho letto il tuo racconto»Daniela»e l’ho trovato commovente,struggente,bellissimo.Complimenti vivissimi.